¿Igualdad de género en las arañas?

¿Igualdad de género en las arañas?


Micaela Nicoletta* y Nelson Ferretti
Grupo de Investigaciones Aracnológicas del Sur. CERZOS–CONICET/UNS
*Email: mmnicolettal@gmail.com

La taxonomía es la disciplina científica que se dedica a estudiar, describir, nombrar y clasificar las especies que habitan (o habitaron) en la Tierra. Esto es de vital importancia ya que estimar el número de especies existentes y su estado de conservación permite optimizar la protección de aquellos taxones más vulnerables y los ambientes que ocupan.

Las arañas constituyen un grupo de artrópodos megadiverso, es decir, que presenta numerosas especies y de amplia distribución, ya que han colonizado prácticamente todos los ambientes de la Tierra. Si bien se conocen hasta el momento cerca de 50.000 especies de arañas, el desarrollo de la taxonomía en este grupo permite descubrir y describir especies día a día. Esto hace pensar que aún estamos muy lejos de estimar realmente cuántas especies existen, sin considerar aquellas que se extinguen sin siquiera haberlas conocido.

La taxonomía de las arañas tradicionalmente se enfocó y se enfoca en el estudio de las características morfológicas de los órganos sexuales (genitalia), tanto de machos como de hembras. Esto es debido a que las arañas presentan características únicas entre los animales: los machos tienen el órgano copulador en el extremo de los pedipalpos (Fig. 1A y B), que son apéndices anteriores similares a patas. Sin embargo, el esperma es producido en los testículos, que se encuentran dentro del abdomen. Por esto, en la temporada reproductiva, los machos deben llenar su órgano copulador con esperma, para luego poder transferirlo a las hembras. En ellas, existen receptáculos internos, denominados espermatecas (Fig. 1C y D), donde el esperma es almacenado hasta el momento de la puesta de huevos.

La identificación y/o descripción de nuevas especies de arañas se basa principalmente en la descripción detallada de la forma de la genitalia, la cual presenta variación entre distintas especies pero es similar dentro de un mismo taxón. Para que una nueva especie descubierta sea válida desde un punto de vista científico debe cumplir con ciertos requisitos estándar regulados por la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica (ICZN, www.iczn.org). Entre ellos se destaca la designación de un holotipo, que es un ejemplar físico único (o ilustración) de un organismo, que se sabe que se usó cuando la especie se describió formalmente. Según el Código Internacional de Nomenclatura Zoológica, un holotipo es uno de los diferentes tipos portanombre, es decir que lleva el nombre de la especie asociado. Aunque no existe una reglamentación acerca de qué ejemplar designar como holotipo, en las arañas, la mayoría de los holotipos corresponden a ejemplares macho. Si bien esto podría ser el resultado de los mecanismos históricos de sesgo de género, creemos que su fundamento se debe a que los machos suelen poseer mayor variabilidad morfológica asociada a sus órganos sexuales debido a procesos de selección evolutiva. Por lo tanto, esto permitiría una mejor comparación entre las especies conocidas y las que restan por descubrir.

¿Pero es realmente así? Existen casos donde no es posible contar con ambos sexos para la descripción de una nueva especie, entonces se designa el ejemplar hallado, el cual podría ser una hembra, sin generar inconveniente alguno. Sin embargo, ¿qué sucede si contamos con ambos sexos y creemos que la designación de una hembra como ejemplar portadora del nombre es lo correcto? Es aquí donde contaremos una experiencia personal de los/as autores/as del presente artículo: al someter un trabajo científico a una revista, en el cuál describimos una nueva especie de tarántula, decidimos que el ejemplar holotipo sería una hembra porque presentaba las características morfológicas suficientes para asegurar su identificación. La devolución de los revisores fue contundente con un cuestionamiento acerca de porqué habíamos decidido elegir una hembra como holotipo y no un macho, a pesar de que no hay una reglamentación que así lo establezca. Si bien justificamos nuestra propuesta, no hubo aceptación para tal decisión. Finalmente, en un siguiente trabajo enviado a evaluar, nos surgió la misma problemática porque en este caso también era la hembra la que llevaba la mayor cantidad de caracteres morfológicos distinguibles para diferenciarla de las especies ya conocidas, pero gratamente el trabajo fue aceptado sin cuestionamientos. Por lo tanto, nos preguntamos si es relevante desde un punto de vista científico la elección de un macho como holotipo o, tal vez, responde a una herencia patriarcal que deberíamos replantearnos dentro de la aracnología…

  1. Macho de tarántula donde el recuadro rojo indica el palpo del macho.
  2. Detalle del palpo del macho con el órgano copulador.
  3. Hembra en vista ventral donde el recuadro rojo indica la posición donde se encuentran internamente las espermatecas.
  4. Detalle de las espermatecas de una hembra de tarántula.