¿Por qué es importante restaurar nuestros ecosistemas naturales?

¿Por qué es importante restaurar nuestros ecosistemas naturales?

Alejandro Loydi* y Paula Pratolongo  

Grupo de Manejo ecosistémico de recursos renovables en la zona semiárida.   CERZOS–CONICET/UNS
*Email: aloydi@cerzos-conicet-gob.ar

Los ecosistemas naturales tienen la capacidad de ejercer funciones que pueden traducirse en beneficios que las personas perciben en forma de valores, bienes o servicios. La Evaluación de Ecosistemas del Milenio o “Millennium Ecosystem Assessment” agrupa estos beneficios, a los que llamamos servicios ecosistémicos, en 4 tipos: servicios de provisión o abastecimiento, servicios de regulación, servicios culturales y servicios de soporte, que son las funciones ecosistémicas que sustentan a los otros tres grupos. Los servicios de abastecimiento son los más fáciles de apreciar y con frecuencia tienen un valor económico asociado. Se trata de la provisión directa de productos para su consumo o utilización, como alimentos, agua, materiales de construcción, leña, etc.

Hay funciones ecosistémicas más difíciles de apreciar y su valoración como servicios puede cambiar entre distintos grupos humanos y ser extremadamente variable a lo largo del tiempo, llegando muchas veces a ser completamente ignoradas. Entre este tipo de servicios se encuentran los servicios de regulación, que son provistos de manera indirecta a partir del funcionamiento de los ecosistemas. Ejemplos de este tipo de servicios son la mejora en la calidad del agua y el aire, el control de la erosión de suelos, la regulación del ciclo del agua, la polinización de los cultivos o la regulación del clima a través del secuestro de dióxido de carbono atmosférico. Si hablamos de valoraciones que cambian en el tiempo podemos mencionar a los humedales (Fig. 1), de los que tanto se habla últimamente. Dentro de los servicios ecosistémicos que ofrecen se encuentra, por ejemplo, la depuración del agua, ya que funcionan como filtros para los excesos de nutrientes de origen antrópico (las descargas cloacales, por ejemplo) o como trampas biológicas para ciertas sustancias tóxicas, impidiendo su llegada a los embalses, lagunas, ríos y estuarios. Pero esta valoración es relativamente reciente, ya que hasta hace pocas décadas nadie hablaba de humedales en Argentina y muchos argentinos siguen preguntándose qué son y por qué deben importarnos los humedales.

Mucho menos tangibles son los servicios culturales, asociados a valores estéticos, turismo o el enriquecimiento espiritual. Se trata de valores o beneficios no materiales más difíciles de comprender o cuantificar, pero que son parte de la diversidad cultural, los valores educativos y la identidad de distintas sociedades. La relación con el entorno natural y los ecosistemas define muchas veces el patrimonio cultural de sociedades de pescadores o agricultores, y para los que nacimos y vivimos en ciudades, ¿quién no ha disfrutado de una caminata por el campo o el bosque? Durante el aislamiento social en 2020, cuando vimos limitado el acceso a la recreación en la naturaleza, muchos de nosotros reevaluamos la importancia de estos servicios y percibimos su impacto sobre nuestra salud integral, tanto física como mental y emocional.

Por último, mencionamos los servicios ecosistémicos de soporte, que son los procesos ecológicos necesarios para que se puedan brindar los otros tres tipos de servicios. Se consideran servicios de soporte, por ejemplo, la formación de suelo, la fotosíntesis, la producción primaria o el ciclado de nutrientes. Estas funciones de los ecosistemas son imprescindibles, por ejemplo, para la producción agrícola, pero su impacto sobre el ser humano es indirecto o sólo se percibe a largo plazo.

Actualmente, muchos de estos servicios, y sobre todo aquellos que son menos evidentes, están en riesgo ya que, en mayor o menor medida, todos los ecosistemas naturales han sido afectados por la acción del hombre. En muchos casos es necesario tomar acciones de restauración sobre estos ecosistemas que nos permitan recuperar algunas de esas funciones, y así surge como disciplina el estudio y diseño de estrategias de restauración.
Como restauración del ecosistema entendemos a toda aquella práctica que se realiza para asistir o ayudar a la recuperación de un ecosistema degradado o destruido, sabiendo que es prácticamente imposible llevar un ecosistema a su estado prístino (aquel que tenía antes de la intervención del hombre). Por eso, al restaurar un ambiente se tienen como objetivos recuperar determinadas funciones de ese ecosistema y lograr que se restituya la provisión de aquellos servicios de interés perdidos por la degradación del ambiente natural. Esto es algo muy general, y cada proyecto de restauración tiene diferentes objetivos y múltiples formas de percibir al ambiente. De esta forma, la idea de la restauración de ecosistemas no implica que estos ambientes restaurados deben quedar como áreas de conservación tradicionales e intocables, sino que se pueden llevar adelante proyectos de restauración cuyo objetivo es restituir algunas de esas funciones ecosistémicas que los hacen ambientes productivos. Por ejemplo, es posible restaurar pastizales naturales con especies autóctonas que presenten buenas características como forrajeras para la producción ganadera. De este modo, además de mantener la producción ganadera utilizando forraje de especies nativas, se recuperan parte de las funciones ecosistémicas relacionadas con la conservación de la biodiversidad y el secuestro de carbono en los suelos, entre otras. Por supuesto que se trata de problemas complejos, que deben abordarse con enfoques multidisciplinarios. Los proyectos de restauración involucran a las comunidades sociales que son parte de los ecosistemas, ya sea porque extraen bienes o utilizan sus servicios, o porque adjudican a determinadas funciones un valor recreativo, estético o cultural. Esto hace que este tipo de proyectos tengan una fuerte componente socio-cultural.

Hoy por hoy todos los ecosistemas fueron, son y serán afectados por la actividad del hombre (Fig. 2), y esto afecta los servicios ecosistémicos que nos proveen. Existen numerosos proyectos en todo el país que están intentando recuperar ecosistemas naturales para mejorar la provisión de los servicios ecosistémicos asociados. Es claro que aquellos sitios con mayor densidad de población son foco de políticas más fuertes e intensas para restaurar ecosistemas, porque eso mejoraría la calidad de vida de muchas personas (por ejemplo, en la cuenca de la cuenca hidrográfica del río Matanza-Riachuelo). Pero eso no debe impedirnos a todos nosotros pelear por la restauración del sitio donde vivimos.

Fig 1: Humedales costeros en la zona de Villa del Mar (Coronel Rosales).
Fig 2: Pastizal degradado en el partido de Bahía Blanca.